Una usuaria italiana publicó en sus redes sociales una foto de un ticket de consumo en el que se le cobraba 0,10 euros adicionales por pedir que le cortaran una medialuna para compartir con su madre. El hecho ocurrió en el café Audrey Patisserie, ubicado en Oderzo, al norte de Italia.
La clienta señaló que su reclamo no tenía que ver con el valor económico del recargo, sino con el principio del gesto. La publicación se viralizó rápidamente y encendió el debate en torno a ciertas prácticas comunes en los comercios gastronómicos del país.
Repercusiones en redes sociales y críticas al establecimiento
El contenido difundido por la clienta provocó una avalancha de comentarios negativos en distintas plataformas digitales. Entre las reacciones, algunos usuarios ironizaron sobre el recargo mientras que otros manifestaron su rechazo de forma más directa. Las críticas también llegaron a través de reseñas en línea que bajaron abruptamente la puntuación del local en Google.
Según reportó el medio Corriere della Sera, muchas de las valoraciones de una estrella fueron realizadas por personas que no habían visitado el lugar. La situación expuso la fragilidad de la reputación digital en el sector gastronómico frente a episodios virales.
El impacto en la calificación del café
La viralización del caso tuvo un efecto inmediato en la visibilidad online del negocio. El propietario del café, Massimiliano Viotto, confirmó que la calificación de su establecimiento en Google descendió de 4,5 a 3,5 en apenas unas horas. En declaraciones al Corriere della Sera, expresó su preocupación por el fenómeno de las reseñas injustificadas.
Viotto señaló que se sintieron desbordados por una oleada de comentarios negativos provenientes de personas ajenas a la experiencia real en el local. También expresó su malestar por el modo en que la polémica se propagó en internet, afectando la imagen del negocio más allá del episodio puntual.
La defensa del dueño del establecimiento
Frente a la controversia, el propietario explicó que el recargo de 10 céntimos incluía el uso de un plato extra, una servilleta y el servicio de corte. Afirmó que se trataba de una práctica habitual y justificada, adoptada con conciencia empresarial y no como una estrategia encubierta de recaudación.
Viotto agregó que si bien el cargo no estaba indicado en la carta, sí se encontraba visible en la caja, conforme a las normas locales. Además, indicó que el menú actualizado estaba siendo reimpreso en ese momento y aún no reflejaba todos los ajustes.
Consecuencias para el negocio y respuesta de los clientes habituales
A pesar del descenso en las calificaciones online y de la fuerte exposición mediática, Viotto aseguró que la facturación del local no se vio afectada. Según sus declaraciones, la clientela habitual respaldó al comercio y no dejó de frecuentarlo tras la polémica.
El caso reavivó el debate sobre los límites de ciertas decisiones comerciales y su impacto en la opinión pública, especialmente cuando se viralizan en redes sociales sin un contexto completo.
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