El principal yacimiento de Sudán quedó bajo control de un grupo paramilitar luego de la retirada de las fuerzas regulares, en una operación que incluyó la evacuación del personal y el cierre de las instalaciones.
Retirada militar y llegada de las FAR
Fuentes de seguridad confirmaron que las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) ingresaron al campo petrolero de Heglig tras la salida coordinada del Ejército sudanés. Según los reportes, la retirada se realizó mediante un acuerdo con Sudán del Sur para evitar daños en la infraestructura y reducir riesgos de sabotaje.
De acuerdo con estas fuentes, ingenieros y técnicos abandonaron el complejo después de cerrar los pozos y la planta de procesamiento, trasladándose a la ciudad fronteriza de Rubkona. El objetivo fue asegurar la integridad del personal y resguardar los equipos esenciales.
Reacciones oficiales y movimientos hacia Sudán del Sur
Hasta el momento, ni el Gobierno ni el Ejército de Sudán emitieron declaraciones directas sobre la ocupación del campo. No obstante, autoridades de Jartum habían informado previamente el cierre preventivo del yacimiento y la evacuación del personal.
En paralelo, las autoridades de Sudán del Sur confirmaron la llegada al país de militares sudaneses junto con su equipo logístico tras cruzar la frontera desde Heglig. El jefe del Estado Mayor adjunto, Johnson Olony, afirmó que la recepción se realizó por instrucciones del presidente Salva Kiir, luego de comunicaciones con el líder militar sudanés Abdelfatah al Burhan.
Importancia estratégica y efectos en la producción
El campo de Heglig, históricamente disputado entre ambos países, cuenta con aproximadamente 75 pozos y produce cerca de 20.000 barriles diarios. Además, dispone de una planta que procesa hasta 130.000 barriles de crudo proveniente de Sudán del Sur y tanques con capacidad para 400.000 barriles.
El petróleo se transporta hacia los puertos del Mar Rojo mediante oleoductos esenciales para la exportación regional. Con la paralización de Heglig, Sudán pierde el remanente de su producción, que ya había disminuido notablemente antes del conflicto.
La guerra en Sudán ha provocado desplazamientos masivos, superando los 13 millones de personas según la ONU, y ha deteriorado la infraestructura del país, lo que complica aún más la protección y operación de instalaciones energéticas.



