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08 agosto 2025

Neo, el productor autodidacta de Comodoro Rivadavia que transmite mensajes con instrumentales

Neo crea instrumentales desde Comodoro que conectan sin palabras, narrando emociones y procesos personales sin fórmulas comerciales.

Desde Comodoro Rivadavia, Nicolás Cárdenas encontró en la música una forma de salvarse, de expresarse y de compartir sin hablar. Hoy, como Neo, produce instrumentales que nacen del alma y cuentan historias a quien se anime a escucharlas.

Un lenguaje sin palabras desde Comodoro Rivadavia

“Estaba mal en mi casa y pude refugiarme en lo que más me gusta. El no tener escape, refugiarme en esto, me salvó de no estar el día de hoy. Para mí, la música me salvó de todo eso.” Así habla Neo, el alias artístico de Nicolás Cárdenas, un joven productor comodorense, que convirtió su sensibilidad en un lenguaje propio.



Desde chico convivía con sonidos variados: en casa sonaba el rock nacional, a veces música orquestal, y por su cuenta se sumergía en electrónica y rap. Pero no fue hasta que se animó a crear algo desde cero que entendió que su vínculo con la música iba más allá del disfrute. “Lo primero que construí fue en 2019: piano, batería y bajo. Para ser algo que creé por primera vez estaba súper entusiasmado”, recuerda. Ya entonces, la necesidad de expresar lo que sentía era lo que lo empujaba: “Fue por curiosidad, tenía ganas de crear música y me mandé”.

Y se mandó en serio. Con apenas 14 años empezó a trabajar y usó lo que ganó para crear su propio estudio. “La computadora que usaba también para la escuela. Empecé a ver videos, descargar programas, y después me compré mi primer teclado”, cuenta. A los pocos años, un profesor de piano se cruzó en su camino, marcó un antes y un después: “Le debo muchas cosas. Me enseñó a ser autodidacta, y compartí con él mis primeras composiciones”.



Aprender solo, aprender por gusto

Si algo define a Neo es la libertad. No solo en sus composiciones, sino en su manera de aprender. “Fue un descubrimiento gigante saber lo que era componer, cómo se usa un programa, estudiar teoría musical… el proceso lo disfruté y lo sigo disfrutando a día de hoy”. Aunque tuvo un año de formación musical, dice que nunca aprendió a expresarse hasta que lo hizo por su cuenta: “Las academias ven la música como un estudio y no como un arte”.

A diferencia de otros artistas que dependen de lo técnico, Neo cree que la expresión no se enseña: “Hay nuevas ideas y maneras de ver, pero no te enseñan a cómo componer algo o cómo expresar”. Así, fue moldeando su identidad. “Entendí que descansar también es parte de aprender. Soy distraído y terco, quiero apurar las cosas, pero aprendí a respetar mis procesos”.

Y aunque no lo planeó así, algunas limitaciones técnicas iniciales terminaron siendo su sello: “Hay que saber conocer las herramientas que tenés y con eso empezar. Si hubiese trabajado y esperado para tener lo perfecto, no hubiese llegado nunca a donde estoy”.



¿Qué es Neo? Una extensión del alma

Neo no tiene voz. Sus temas son instrumentales, pero no menos narrativos por eso. “Puedo ser yo sin que nadie me diga nada”, dice. Y esa libertad creativa le permite explorar sonidos, estructuras y emociones desde un lugar muy personal. “Describo mi música como un lugar para conectar con uno mismo o desconectar del lugar”.

Ambivalences

Cada uno de sus EPs forma parte de un proceso conceptual. De hecho, las iniciales de sus discos formarán la palabra “ADIOS”, una despedida simbólica del antiguo Neo. “Últimamente estoy haciendo un álbum con muchos pianos y orquestas, el anterior era más experimental, muy electrónico”, cuenta.

Dimensions

No solo produce sonidos: produce climas, paisajes internos, incluso mensajes ocultos. “Tengo mensajes y códigos personales en las canciones que solo yo sé”, confiesa. Componer para él es improvisar, con la mente vacía o llena de cosas: “Me hago preguntas a mí mismo: ¿Qué siento con esto? ¿A dónde quiero llegar? ¿Qué quiero transmitir?”.



La vulnerabilidad como estética

En tiempos donde la música tiende a lo masivo y veloz, Neo se planta en el terreno opuesto. “Nos acostumbramos a lo comercial, a las canciones top, a escucharlas en bucle. Pero detrás hay un ser humano que quiere conectar realmente con el oyente”, afirma. A quienes no entienden sus instrumentales, no los juzga: simplemente prefiere enfocarse en los que sí. “Los atesoro como unas ovejas, y yo fuese el pastor. Ellos me dan mensajes lindos, ideas y críticas”.

La vulnerabilidad, lejos de ser una debilidad, es su punto de partida: “La vulnerabilidad en mi arte es donde nace un nuevo mundo”. Uno de los momentos más intensos de su carrera fue al terminar Lágrimas de estrellas, una canción dedicada a su pareja. “La compuse en un momento crítico de la relación. Ella estuvo cuando más la necesité. En cada lágrima, el anhelo de un recuerdo; en cada estrella, recordar que siempre está ahí. Una vez que tuve la composición completa y la toqué en mi pieza, me largué a llorar”.

Neo no es sufrimiento. Es transformación

Durante mucho tiempo definió a su proyecto como “mi sufrimiento hecho arte”. Hoy, sin embargo, está en otra etapa: “Estoy cambiando esa frase, porque si escribo desde el sufrimiento, estoy condenado a sufrir para componer. Es otra mentalidad, que creció como persona y como artista”.

Hay una resiliencia clara en su recorrido, y también una gratitud: “Me lleno de orgullo porque arranqué y mejoré. Lo atesoro porque sé lo que pasé y lo que tuve que soportar. Me digo ‘bien ahí, pibe’”.



Siempre hay Neo, sin importar la ocasión

Hoy sus canciones suenan en auriculares de viajes, caminatas, procesos cotidianos. “La gente está haciendo que Neo sea parte de sus vidas diarias, no importa dónde o cómo. Siempre hay Neo sin importar la ocasión”.

Si pudiera regalarle una canción al mundo, elegiría Find Me. “Por los memes y para que se acuerden de mí conectando con ellos”, dice, con una sonrisa entre nostálgica y agradecida.

Neo no busca ser comprendido por todos. Su búsqueda es otra: conectar, emocionar, abrir un espacio de escucha y honestidad. Lo hace sin palabras, pero con una claridad brutal. Porque, como él mismo dice, la música es un lenguaje universal: hay gente que la entiende, y otra que no.

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